Janosch es uno de esos autores que todo lector debería cruzarse en su camino, a la par de Arnold Lobel o Helme Heine. Hoy te hablo de Topolín construye una casa, uno de sus álbumes recientemente reeditados por la editorial Los cuatro azules y que nos ha regalado no solo placenteros momentos de lecturas, sino que ha sembrado también una forma de hacer y de deshacer muy peculiar: enérgica pero a la vez reflexiva.
Topolín contuye una casa
Autor: Janosch
Editorial: Los Cuatro azules
Edad mínima recomendada: 4 años
Trama
Este libro consta de dos historias, ambas protagonizadas por Topolín y por su amiga Caballita. La primera historia es la que da el título al álbum, y en al que Topolín y Caballita deciden construir una casa. Poco a poco se les ocurre añadir siempre nuevas habitaciones y plantas hasta que la casa se derrumba. La razón de la caída de la casa queda en final abierto, donde seremos nosotr@s l@s encargad@s de encontrar una explicación.
La segunda historia “Excursión a Perpiñan” ve a nuestros amigos emprender un gran viaje: quieren llegar a Perpiñan. Bueno en realidad quien quiere hacerlo en un principio es Caballita, que hoy se siente muy fuerte y que se ofrece por llevar a cuesta todo el equipaje al mismo Topolín. Pero el cansancio se apoderará pronto de Caballita que volverá a casa a cuesta de Topolín!
Contenidos y Valores
Si hay algo que pasa con todos los libros de Janosch es la aparente ligereza de las historias que cuenta. Debajo de el primer nivel de lectura, encontramos mensajes muy poderosos que nos dan para reflexionar un rato y que actúan tan profundamente en un niñ@ que lee, como en un adulto. ¿No te encantan esos libros atemporales? Esas obras que las leas en el momento en el que sea siempre te harán reflexionar sobre algo, siempre encontrarán un terreno fértil donde hacer crecer pensamientos, dudas, nuevas visiones de la vida y de nosotr@s mism@s.
Topolín y Caballita son la expresión de una reflexión sobre las relaciones humanas, y se relacionan entre ell@s tanto mostrando las necesidades individuales, como haciendo ver las capacidades que ambos tienen de satisfacer el otro, de empatizar, de saber medir quien necesita más acompañamiento en un momento determinado.
Pero no todo se muestra con una visión “dulce”, sino más bien abrupta, tanto para lo bueno como para lo malo.
Janosch nos pone delante de la realidad: nos llama a elegir, a pensar a decidir a posicionarnos. Hay que asumir la responsabilidad sobre nuestros pensamientos, nuestras ideas nuestros actos, saber que tienen consecuencias, en nosotro@s mism@s y en los demás. Y también hay que ser conscientes de la realidad: no todo es lo que imaginamos, queremos y nos esforzamos en construir. Y esto es el mensaje más fuerte que nos transmite la primera historia: Topolín construye una casa”. Podemos imaginar construir a lo grande, empezando poco a poco y al final llegando a tener una confianza en nosotr@s mism@s y en nuestras posibilidades literalmente desbordante.
El personaje del Gran Oso del Bosque habla duramente a nuestros dos amigos, diciéndole que era obvio como su casa iba a derrumbarse porque… y nos deja a nosotr@s la responsabilidad de chocarnos con la realidad, de buscar la razón por la que esa acumulación no puede sostenerse. Jonosch no quiere que nos acomodemos, no nos saca las castañas del fuego: nos toca mojarnos y leer la realidad. En todo esto lo bello es que nuestra lectura de la realidad no tiene porque dejar de ser imaginada. Es como un juego de cajas chinas, donde siempre encuentras una opción más dentro de la anterior. Y allí reside el mensaje más profundo: las personas nunca dejaremos de imaginar y de leer y recrear la realidad en base a nuestra visión, con lo bueno y lo malo que esto implica.
El final no es la única parte dejada abierta, es la que más, pero desde la primera página Janosch nos propone terminar sus frases, dejando palabras por escribir y con referencias visuales explícitas que nos dejan poco espacio imaginativo, para llegar luego a imaginar cuales estancias nuevas querrán añadir Topolín y Caballita a su casa, hasta llegar al final abierto, donde somos nosotr@s, por boca del gran oso del bosque, a decidir qué fue exactamente lo que pasó. Janosch nos lleva de la mano, nos acompaña, nos ayuda a liberarnos y a ser ese lector participativo, coescritor de la obra que tanto amaba Julio Cortázar.
La segunda historia también nos propone pensar y estar activ@s frente a la página, no acomodarnos a tenerlo ya todo hecho por el autor. En este caso nos reta con (sencillos) cálculos matemáticos y rellenando nuevamente huecos dejado por palabras no completadas.
Como siempre el absurdo es característica presente en las historias de este gran autor, y esta vez aparece en forma de una excursión que nuestros amigos pretenden llevar al cabo con facilidad, llegado a Perpiñan y de allí a Luxemburgo y Australia.
El pensamiento imaginativo hiperbólico contado en el principio de esta historia es propio de la infancia, donde somos capaces de viajar hasta el infinito, sintiendo el poder de nuestra fuerza que puede con todo, que conseguirá lo imposible, superando los límites de cualquier experiencia anterior. Pero esa fuerza de voluntad termina por chocarse con las dificultades materiales, tal como pasaba en el cuento anterior, y nos obliga a regresar sobre nuestros pasos. Pero nada más lejos que considerar estas acciones y revuelos de nuestra imaginación como inútiles o erróneos. 
Toda nuestra acción es experiencia que nos ayuda a ubicarnos en la vida, no solo de forma directa, sino también -y quizás sobretodo- indirecta, haciéndonos entender aspectos de las relaciones humanas. En este caso Topolín, que al principio es llevado a cuesta por Caballita, que es la impulsora de la acción del viaje, es quien cargará con su amiga a la vuelta, ya que ella está demasiado cansada para poder volver. Aprendemos a cuidar el uno del otro, a satisfacer las necesidades del otro y que no podemos cargar todo en la espalda de los demás porque todos tenemos nuestros límites y terminamos por agotarnos.
Finalmente Topolín y Caballita conseguirán llegar a su casa de siempre, su casa acogedora, símbolo de esos sentimientos primarios que todos necesitamos en nuestra vida, puerto seguro del cual poder zarpar una vez más hacía nuevas hazañas!
Ilustraciones
Janosch es autor e ilustrador de sus libros, y como siempre pasa en estos casos, el acompañamiento entre imágenes y texto es muy equilibrado. Las acuarelas aparecen delicadas pero decididas, ubicadas en fondos blancos y acompañan la lectura de una forma ligera. Los animales conservan en parte su naturaleza, sin ser demasiado humanizados, aunque algunas posturas son claramente el calco de posturas humanas.
Para qué y para quién
Como comentaba más arriba, Janosch es un autor que nos ofrece historias atemporales, que siempre nos permiten encontrar en su lectura motivo de placer, diversión y crecimiento. Su ironía sutil y omnipresente hace que suba un poco el umbral para el entendimiento pleno de ese matiz, pero ya desde los 3, 4 años l@s peques podrán empezar a disfrutar de su historia y luego ir poco a poco añadiendo capas de lecturas a lo largo de los años.
Topolín construye una casa es un libro que habla de amistad, de cooperación, de pensamiento crítico, de imaginación y que además permite ejercitar la escritura y la creatividad.
Ahora que sabes porque Janosch es un autor imprescindible, aquí te dejo el enlace a la tienda para que te hagas con Topolín construye una casa y con otros libros suyos que no puedo evitar recomendarte:
Toda la colección que ha reeditado la editorial Kalandraka:
Correo para el tigre
¡Qué bonito es Panamá!
Vamos a buscar un tesoro
Y otro cuento genial que tenéis en tapa blanda:
Yo te curaré, dijo el pequeño oso
Espero que la reseña te haya gustado y que si no conocías este autor, te haya abierto las ganas de saber más sobre él!
¡Ya me contarás!
Un abrazo y a disfrutar el finde que el lunes os espera una sorpresa muy muy chula!
