Kike y las barbies
Autora: Pija Lindembaum
Editorial: Gatosueco
Edad recomendada: a partir de 3 años
El rosa es de niñas, el azul de los niños. Las chicas juegan con las muñecas y los chicos con los coches. Chicas con chicas y chicos con chicos. Estas y otras burradas de prejuicios y limitaciones de géneros son las que constantemente nos encontramos en la sociedad. Kike y las barbies es el primer libro que hemos leído en casa que habla de manera directa y global de todo este temazo. Sin duda un álbum necesario!
Trama
Kike es un as jugando al fútbol, aunque en realidad no le gusta mucho jugar. Prefiere jugar a las muñecas. Pero no tiene fácil la integración con el grupo de chicas, que en un primer momento le dejan fuera de su círculo. Finalmente le dejan acceder, pero aún queda por resolver la vergüenza que el mismo Kike siente, cuando los chicos le ven jugar a princesas. El final feliz del cuento ve la plena aceptación de tod@s en el juego aboliendo la discriminación por género.
Contenido y valores
En casa. Serena descubre fascinada la presencia de un nuevo cuento en nuestro rincón. Entusiasmada la oigo gritar: “Mamá!! Quiero leer este!! Mira juegan a las barbies!!”. Cabe especificar que a Serena le chifla jugar con las barbies.
Nos acomodamos en el sofá y empezamos a leer. Bueno en realidad no me da tiempo ni a leer una palabra que Serena, frente a la primera ilustración, dice: “Esa barbie no es del niño”. Le pregunto sorprendida: “¿Eh?”. Me aclara “Esa barbie no es del niño porque los chicos no tienen barbies. Las barbies son solo para las niñas”. Imaginaros mi cara. Me quedé sin palabras por un momento. No daba crédito a lo que acababa de escuchar.
Me dolió, me dolió en el alma ver que da igual el tipo de crianza o de educación que hemos elegido ofrecer a nuestras hijas. El mensaje social se cuela con extrema facilidad en las mentes de nuestr@s hij@s, repitiendo un patrón anticoeducativo.
Después del primer momento de pánico, me di cuenta que el álbum ilustrado que tenía entre manos me estaba ofreciendo una gran oportunidad. Y, claro, no me la dejé escapar. Estuvimos hablando mucho con Serena, ella me explicó su visión motivándola con lo que ella había ido viendo cuando iba a casa de niñas y lo que iba viendo cuando iba a casa donde había niños. Me explicó que en los dibujos animados las niñas juegan con las muñecas y los chicos con los coches y las armas. Estaba muy convencida de todo lo que comentaba, desgraciadamente con razón. Ella aprende a través de la experiencia. Y esto es lo que le ha mostrado el mundo externo a su familia.
Finalmente resolvimos que ibamos a leer el cuento desde el principio sin hacer comentarios, para ver qué tal. Y lo leímos una vez, dos veces, tres veces, cuatro veces. Sin comentarios. Me di cuenta solo en ese momento de cuanto ese cuento para mi hija fuera necesario.
Kike y las barbies no cuenta un mundo ficticio, cuenta una realidad tan encubierta que a menudo no consigue manifestarse. Niñas y niños se autolimitan en sus elecciones de juegos y de grupos de juego por la moral impuesta de una forma silenciosa pero tremendamente eficaz sobre ell@s.
Y así se repiten roles, se repiten patrones, se repiten represiones. Kike y las barbies da voz a esa parte de nosotr@s que autoreprimimos de una manera inconsciente y la lleva a la luz, le da legitimidad, derecho de existir y de ser respetada.
El personaje de Kike es el encargado de llevar a la reflexión y al cambio tanto al grupo de niñas como el de los niños. Kike un día decide no callar su deseo y pone en la mochila su muñeca en vez que el balón. El padre ve que se ha dejado el balón en casa y no puede creerlo. Insiste para que lo lleve. El patrón de una masculinidad bien definida es reforzado desde la perspectiva del padre, fiel a la norma social. Pero Kike tiene el valor de romper la norma.
Ahora a quienes les tocará romper la norma es a las chicas, que deberán aceptar en su grupo un niño que juega con ellas (primera ruptura) y que juega con muñecas (segunda ruptura).
Después le tocará romper la norma a los chicos: deberán aceptar que su amigo no juega con ellos (primera ruptura) y que a su amigo le gusta jugar a princesas (segunda ruptura).
El final nos sorprende con una última ruptura, que si no se diera de poco valdrían las demás: todos los chicos se ponen a jugar a princesas con las niñas, y niñas y niños así disfrazados se ponen a jugar al fútbol.
Un mensaje símbolicamente muy fuerte y bien construido: todos podemos ser como somos, todos podemos jugar y experimentar lo que queramos, en el respeto de nosotros mismos y de los demás.
Podría pasarme otros mil años hablándo sobre este álbum: hay muchas más temáticas que toca de forma indirecta y que nos proponen reflexiones muy profundas sobre la libertad, los límites, la imposición social, la represión emocional.
Pero eso ya lo dejo a cada un@ de vosotr@s: que descubráis este tesoro de álbum, merece como pocos.
Ilustraciones
Una estética que me encanta, y una capacidad de contar a través de la imagen que asombra. Colorido sin ser caóticos, aunque lleno de detalles. La expresividad de cada trazo es impactante. Un trabajo verdaderamente impresionante.
Para qué y para quién
Por mi experiencia de lectura con mi hija Serena, diría que es un cuento muy necesario, porque nos permite hablar sobre una temática absolutamente presente en el día a día de nuestr@s peques y que aunque creamos haberles transmitido una serie de valores, podremos ver hasta qué punto hayan hecho propia una moral social absolutamente anticoeducativa.
Un cuento que propine reflexionar sobre la aceptación, la autoestima, la diversidad, la libertad.
Lo considero obligatorio en todo los colegios.
Esta joya forma parte del catálogo de nuestra tienda. Si quieres hacerte con este cuento y sostener nuestro proyecto de difusión de una literatura respetuosa hacia la infancia, puedes adquirirlo aquí.