El ratón y la montaña
Autor@s: Antonio Gramsci, Laia Domènech
Editorial: Milrazones
Edad recomendada: a partir de 4 años
Antonio Gramsci ha sido uno de los hombres que más he admirado en mi adolescencia: leía sus “Cartas desde la cárcel” con un interés y una emoción fortísima. Su sentido de la justicia y del respeto al ser humano me asombraba. Es por eso que descubrir “El ratón y la montaña” para mi ha sido un gran regalo: este álbum da vida a un pequeño cuento que él reportaba precisamente en una de sus cartas.
Trama
Un ratón bebe la leche de un vaso. Un niño llora desesperado porque ahora ya no tiene nada que comer. El ratón apenado decide ir a buscar la leche para el niño. Pide a la cabra, que para dar leche necesita hierba. Piden al césped, que para dar hierba necesita agua. Piden a la fuente, que para dar agua necesita que arreglen las piedras caídas. Finalmente el ratón habla con la montaña: le promete que si el niño recibirá su leche, volverá a poblar la montaña misma de árboles. La montaña da las piedras al ratón y poco a poco el valle vuelve a la vida.
Contenidos y Valores
La historia se ubica en un pequeño pueblo, un pueblo como había muchos en los años que sucedieron a la Primera Guerra Mundial en Italia. Pueblos sacudidos por los horrores de la guerra, que han perdido toda su riqueza, y donde la gente se muere de hambre. Aún contando una realidad cruenta y cruel, este álbum no contiene imágenes de violencia, ni de agresiones, ni de hombres armados. Pero sus páginas están repletas de desolación, de frialdad, hay un color gris que todo lo envuelve, y la ausencia de la sonrisa en la cara de la gente.
El niño no tiene su vaso de leche y llora desesperado. Tiene hambre, mucha hambre. Lejos de ser un niño sin más, este niño representa la humanidad del mañana, la que construirán nuestros hijos, y se encuentra sin alimento, desamparado. Un simbolismo fácil de descifrar pero impactante: nos da la idea de como tiene que sentirse un pueblo cuando es sacudido por la guerra. La pobreza, no solo material, sino espiritual en la que se encuentran las personas, es profunda. Parecen haber perdido la confianza en la vida, en el mundo, en ellos mismos.
El ratón, un animal aparentemente insignificante, empatiza con ese niño, y reconoce la responsabilidad que tiene en su sufrimiento. Entonces se moviliza. Es un personaje proactivo: el único que empieza a buscar soluciones y que no se rinde cuando se da cuenta de que lo que creía ser fácil no solo no lo es sino que parece imposible.
Finalmente el ratón acude a la montaña, una montaña imponente, que representa la naturaleza. Aquí también nos encontramos frente a otro símbolo muy potente. La naturaleza entendida como el ecosistema en el que vivimos, así como la naturaleza espiritual del hombre. Ambas han sido saqueadas, ambas están sin vida e incapaces de alimentar y ser alimentadas.
El ratón, un pequeño animal, frente a la enorme montaña. Pero el ratón nos demuestra que no importa lo pequeños que seamos frente a las dificultades: si trabajamos para conseguir nuestros objetivos, podremos conseguirlos. Una gran lección de autoestima y de vida.
La montaña, la naturaleza, encuentra en el fondo de si misma, un sentimiento de compasión y confianza, y da, da lo que se le pide. Su acto de generosidad es la base de la nueva vida. Sus piedras servirán a arreglar la fuente que regará el césped y que a su vez alimentará el ganado que ofrecerá leche en abundancia para todo el pueblo.
Un álbum ilustrado que nos hace reflexionar sobre las relaciones humanas, la paz, la guerra, sobre cuales son las verdaderas necesidades que tenemos las personas. No podremos evitar mirar fuera de las páginas de este cuento, para notar la abundancia que está a nuestro alrededor y pensar si esta es real, si todo el mundo se beneficia de lo mismo. Nos hará mirar un vaso de leche con otros ojos.
Ilustraciones
Laia Domenech ha hecho un trabajo espectacular. Las ilustraciones siguen el ritmo de la historia y empiezan completamente invadidas por los tonos de grises. Las formas rígidas que encontramos al principio recuerdan las pinturas cubistas que reflejaron situaciones de conflictos armados, como en este cuadro de Bohumil Kubista y el más que conocido Guerníca.
El color irá poco a poco apareciendo en el valle, según pasemos las páginas del álbum: un acertado simbolismo cromático que viene a representar la vuelta a la vida del lugar geográfico, del pueblo y del ser humano.
Para qué y para quién
Este álbum para mi es un regalo, un regalo que Antonio Gramsci ha dejado a la humanidad, después de haber vivido en la privación de su libertad, pese a no haber dejado nunca de sentirse libre. Desde allí lo leo y lo leo a mis hijas, con esa conciencia, con la visión que este hombre tuvo del ser humano y que tanto me ha enseñado.
Un cuento único, que no nos permitirá solo enfrentarnos a temáticas cuales la paz, la guerra, el hambre. Un álbum que nos propone mirar con totalidad al ser humano, a su presencia en el mundo, a la razón de su existencia, a su ética.
En las casas, en las bibliotecas, en las aulas, así como en los institutos, es un álbum que debe de estar, porque es uno de esos álbumes que abre la mente al pensamiento, que nos ofrece la posibilidad de cuestionarnos y desde allí de entendernos. Un álbum que desarrolla nuestro pensamiento crítico y que consigue hacerlo desde muy temprana edad.
En La Cuentería este álbum no podía faltar. Si quieres hacerte con él, haz clic aquí y te llevo.